Los monocitos son producidos por la médula ósea a partir de precursores. Éstos circulan por el torrente sanguíneo entre uno y tres días y después suelen migrar a los tejidos de todo el cuerpo, donde se diferencian en macrófagos, cuya función es fagocitar bacterias y tejidos dañados.
Por lo tanto, la gran mayoría de los monocitos (90-95%) de la sangre humana son «monocitos clásicos» CD14++/CD16-/dim, mientras que los macrófagos de los tejidos humanos suelen ser CD14dim/CD16+/++. Curiosamente, en la linfa humana la mayoría de los monocitos/macrófagos (65-95%) tienen el fenotipo «no clásico» CD14dim/CD16++. Esto sugiere que la pequeña población (5-10%) de «monocitos no clásicos» CD14dim/CD16++ en sangre son muy probablemente macrófagos tisulares (TiMas), que han regresado de sus tareas de patrulla y carroñeras en los tejidos corporales.
Diferentes estudios han identificado cambios en el número absoluto y relativo de monocitos circulantes y TiMas en condiciones clínicas con alteración tisular significativa, como en caso de inflamación, sepsis, enfermedad autoinmune y cáncer. Por lo tanto, la detección y definición precisas del subconjunto de monocitos y TiMas en sangre representan una herramienta novedosa para el diagnóstico precoz y la monitorización del tratamiento en oncología y homeostasis tisular.