Los virus cambian constantemente, estos mutan produciendo cambios que se traducen en la aparición de nuevas variantes, algunas de las cuales desaparecen y otras de las cuales persisten. Cuando un virus sufre una mutación (como sucede con el virus SARS-CoV-2) su material genético cambia y la estructura de su genoma se altera, lo que produce lo que llamamos una nueva «variante». Hablamos de una nueva «cepa» cuando una de esas variantes es el resultado de una alteración significativa que produce una modificación dentro del ciclo de vida biológico del virus, que puede hacer que el éste sea más agresivo, más virulento o resistente. El SARS-CoV-2 es un virus que ha pasado por múltiples mutaciones desde que apareció, sin embargo, afortunadamente también es un virus que no cambia significativamente, sus mutaciones surgen como resultado natural del proceso de replicación viral.
Según la OMS, diferentes grupos de investigación han estado estudiando durante el último mes algunas de las nuevas variantes (como la de UK, Brasil o Sudáfrica) y han observado que estas tienden a extenderse más rápido y son más transmisibles. Sin embargo, estas nuevas variantes parecen comportarse de manera similar a los virus anteriores y causan los mismos síntomas.
Como ya sabemos, haber sufrido COVID-19 no significa necesariamente haber creado protección contra el virus, y esto se aplica también a otras nuevas variantes de SARS-CoV-2. Es posible contraer segundas infecciones con versiones anteriores del coronavirus si la producción de anticuerpos no fuera lo suficientemente fuerte, y también se podría contraer una nueva variante del virus después de sufrir la enfermedad Covid-19.
Por ello, debemos centrarnos en hacer todo lo posible para reducir la transmisión mediante pruebas diagnósticas y serológicas, brindar aislamiento de apoyo y rastrear y monitorear las transmisiones Covid-19.
Por lo que se ha observado, la mayoría de los científicos creen que las vacunas que están disponibles actualmente deberían brindar protección contra la variante del Reino Unido y también afirman que un par de mutaciones en el virus no deberían hacer que las vacunas sean ineficaces, pero hay algunos estudios en este momento trabajando para dar confirmación a esta afirmación.
Por otro lado, las principales empresas fabricantes de las vacunas disponibles aseguran que sus compuestos seguirán actuando contra estas nuevas mutaciones, pero algunos datos muestran recientemente que estas vacunas pierden algo de efectividad ante la mutación sudafricana por lo que, por ejemplo, el fabricante estadounidense (Moderna) ya ha anunciado que adaptará su vacuna frente a esta mutación.
Los últimos estudios sugieren que las diferentes variantes del SARS-CoV-2 se propagan más rápido y más fácilmente que otras variantes, lo que significa que pueden producir que más personas se infecten del SARS-CoV-2 y sufran la enfermedad. Los científicos están trabajando para entender mejor cómo la enfermedad causada por estas variantes difiere de las variantes anteriores, y cómo estas nuevas variantes afectan a las terapias, vacunas y pruebas existentes hasta el momento.
Las nuevas variantes del coronavirus comparten los mismos síntomas clave con la variante inicial que incluyen fiebre, tos y pérdida del sentido del gusto u olfato. Sin embargo, en la actualidad ya se están estudiando todas estas nuevas variantes y hasta el momento han descubierto que las personas infectadas con ellas portan una mayor concentración del virus en su sistema, lo que en otras enfermedades virales suele significar síntomas más graves.
Actualmente hay una amplia gama de pruebas diferentes disponibles, y la mayoría de las pruebas de diagnóstico hasta el momento parece que pueden diagnosticar las diferentes variantes del virus. Según los datos disponibles públicamente de los 246 diagnósticos moleculares que tienen la Autorización de uso de emergencia (EUA) de la FDA, la mayoría de las pruebas de diagnóstico detectan otras proteínas que no es la proteína clave en las mutaciones, la Spike. Esto significa que las mutaciones no afectarían a la efectividad de estas. Además, la mayoría de las pruebas rápidas de antígenos con EUA detectan la proteína Nucleocápside, en lugar de la proteína Spike, por lo que tampoco deberían verse afectadas.
Sin embargo, sigue siendo una incógnita si el resto de la prueba que solo se dirigen a la proteína spike pueden identificar otra variante del virus que experimentó mutaciones en esta proteína.
Las pruebas que desarrollamos en Immunostep se basan en la proteína Mpro, que es una proteína no estructural del virus y que juega un papel crucial en la replicación viral. Por lo tanto, estas pruebas serológicas siguen demostrando una fiabilidad del 98% incluso ante las mutaciones producidas en el SARS-Cov-2.
Por un lado, las vacunas de ARNm, que son las vacunas que contienen material del virus SARS-Cov-2, o las vacunas de vectores virales que usan el virus genéticamente modificado, podrían tardar de una a dos semanas en adaptarse a nuevas variantes. Estas vacunas se pueden actualizar más rápido porque solo es necesario cambiar un fragmento del código genético de la vacuna, para adaptar la parte del código que se ha modificado en el virus como resultado de las mutaciones. Este sería el caso de las vacunas Pfizer y Oxford.
Por otro lado, las vacunas de virus inactivados o debilitados tardarían un par de meses en modificarse. Este también sería el caso de las vacunas que utilizan piezas inofensivas de las proteínas (vacunas a base de proteínas). Hay vacunas de este tipo disponibles en todo el mundo utilizándose actualmente, como la vacuna estadounidense (Novavax) y la vacuna china (Coronavac). Estas vacunas son más difíciles de adaptar porque tienen que cultivar el virus o la proteína en el laboratorio y luego purificarlo e inactivarlo para producir una vacuna, que es un proceso que lleva más tiempo.